La limpieza del hogar es un tema recurrente en las conversaciones. Generalmente comienza con quejas y termina revelando desigualdades en las tareas del hogar. La distribución de horas para las actividades domésticas sigue siendo desigual. En 2010, las mujeres dedicaban un promedio de tres horas y cincuenta minutos diarios a estas tareas, mientras que los hombres apenas dos horas y veinticuatro minutos, según Insee 2010. Al elogiar la limpieza, algunos se convierten en defensores de que las mujeres regresen al hogar. Sin embargo, hay quienes realmente disfrutan de esto.
Limpieza y organización del hogar pueden traer sensaciones de satisfacción. Estos quehaceres normalmente se consideran triviales. Por lo tanto, disfrutar de ellos puede llevar a que algunos los vean como obsesivos o maniáticos. No obstante, existe un trasfondo significativo detrás de esta actividad.
1. La limpieza y el bienestar emocional
Anne de Chalvron, autora de Apología de las pequeñas tareas: los placeres secretos de la limpieza (Lattès 2012), comparte una revelación. Un estudio en Inglaterra mostró que muchas mujeres afirmaban que limpiar les ayudaba a sentir control sobre su entorno. De hecho, algunas preferían limpiar que tener relaciones íntimas. Esto invita a explorar lo que hay detrás de esta afirmación.
El psiquiatra Alberto Eiguer menciona un vínculo entre la limpieza y el bienestar mental. La acción de limpiar activa procesos psicológicos. Así, el movimiento físico estimula la actividad mental. La neurobiología también juega un papel aquí; las tareas físicas son esenciales para mantener el equilibrio mental. Al limpiar, se liberan endorfinas que generan sentimientos de calma.
Anne, de 56 años, relata su experiencia tras una ruptura. Al limpiar su hogar, encontró energía y se sintió revitalizada. Esta experiencia demuestra cómo el acto de limpiar también puede ser un acto de sanación personal.
2. La limpieza como un proceso creativo
La limpieza no solo es un deber, sino también un acto creativo. Ordenar el hogar ayuda a organizar los pensamientos. Marguerite Duras hacía su cama antes de escribir. Para Sophie, una periodista independiente de 40 años, no hay forma de comenzar un artículo sin primero limpiar. Este proceso le ayuda a calmar su ansiedad y a estructurar sus ideas.
La actividad de limpiar también despierta el placer estético. Anne disfruta al ver montones de ropa perfectamente organizados. La luz y los olores juegan un papel fundamental. Por ejemplo, el aroma de la lejía que utiliza en sus baños le gusta tanto que lo deja actuar toda la noche.
3. La limpieza como un acto de amor propio
La casa refleja nuestra identidad. Según Alberto Eiguer, representa nuestro espacio de protección y simboliza quien somos. Limpiar, organizar y embellecer el hogar no solo recuerda lo que somos, también celebra nuestras conexiones con los demás. Por lo tanto, hacer las tareas del hogar constituye un acto de amor, tanto hacia uno mismo como hacia los seres queridos.
El sociólogo Jean-Claude Kaufmann respalda esta idea. Realizar tareas del hogar también significa fortalecer la familia. La falta de interés por la limpieza puede ser signo de problemas emocionales. En cambio, retomar estas actividades simples puede marcar el inicio de una recuperación emocional.
Patricia, que viaja con frecuencia, destaca cómo la limpieza le ayuda a reconectar con su hogar. Cuando vuelve, limpiar es un acto de reivindicación de su lugar en la familia. Se trata de encontrar el equilibrio en el hogar, un espacio que siempre necesita cuidados.
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