« Siento un escalofrío »: El testimonio de Priscille Cazin
« En aquel entonces, trabajaba a un ritmo desenfrenado. Un día, fui a encontrarme con un permacultor para realizar un documental de radio. Llegué temprano por la mañana y me senté bajo un pequeño roble, cuyas primeras ramas estaban a pocos centímetros por encima de mi cabeza. A salvo de la bruma, escuchaba a la naturaleza despertando. Al abrir el micrófono, escuchaba en mis auriculares pequeños crujidos discretos detrás de mí, como si alguien estuviera detrás de mí. Siento un escalofrío. Me quito los auriculares y, extrañamente, percibo mejor los sonidos, incluso las gotas de agua, como una lluvia minúscula. Extiendo la mano fuera del follaje, pero no hay lluvia. Y tengo la intuición de que el árbol se está estirando, haciendo que el rocío de sus hojas gotee. Se lo cuento a mis colegas de oficina, quienes me miran extrañamente. De hecho, esta experiencia me abrió un camino: comencé a investigar sobre los árboles. Unos meses después, recibí un estudio de investigadores que describen, con fotos incluidas, que los árboles se relajan por la noche. ¡Así que por la mañana se estiran! Al final, esto me llevó a crear Wood Wide Web, un proyecto que conecta el bosque urbano de Bruselas con los humanos, en línea y en el terreno, y a trabajar con el bosque para facilitar el cambio.»
Priscille Cazin es divulgadora científica y guía certificada de sylvoterapia japonesa (shinrin yoku). Ella creó Sylvo’lutions y Wood Wide Web.
Lo que la naturaleza nos enseña
« Los árboles controlan el tiempo y pueden ayudarnos a disminuir la velocidad. Solo necesitamos contemplarlos para extraernos del torbellino diario que nos imponemos », señala Priscille Cazin. Si nos ponemos a su ritmo, el árbol y el bosque nos permiten acceder a la distancia, la lucidez y la clarividencia. Percibimos lo que vibra a nuestro alrededor con más relieve, nitidez, y lo esencial surge. Las cosas invisibles se vuelven visibles, a nuestro alrededor y dentro de nosotros. Y logramos tomar decisiones. La curiosidad y la creatividad emergen, y esto nos permite estar realmente en nuestras vidas, en lugar de simplemente atravesarlas sin ver nada.
¿Y si lo intentas?
Antes de entrar en el bosque (sin teléfono ni reloj), o de ir bajo un árbol, tómate un momento. Intenta percibir los movimientos del árbol: no el del viento, sino los del propio árbol, como una amplia respiración. Capta esto, observando cómo las hojas y las ramas flotan en el aire. Luego, muy lentamente, entra en el bosque o ve debajo del árbol, e imita este ritmo, este ralentizado extremo. Observa lo que te aparece en las horas o días siguientes. Repite la experiencia con frecuencia, si es posible extendiendo el tiempo.
Frederika Van Ingen es la autora de 101 maneras de reconectarse con la naturaleza, lo que nos enseñan los pueblos indígenas y lo que confirma la ciencia (Les Arènes, 2021).
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