Rememora tus 15 o 16 años: ¿cuáles eran tus sueños, tus dudas? ¿Cómo vivía la mujer o el hombre en formación que eras? ¿Cuáles eran tus expectativas? Después de volver a dibujar mentalmente las características de la persona joven que fuiste, tómate un papel, un bolígrafo y escríbete a ti mismo.
«Entender que somos seres en constante evolución»
Este ejercicio de introspección probablemente te llevará de vuelta a emociones revitalizantes. En los talleres de desarrollo personal, y también en psicoanálisis, dirigirse a partes constitutivas de uno mismo, realizar viajes internos en el tiempo, se considera una forma relevante de reconectar con nuestra interioridad más profunda. Sugerido por muchos terapeutas, este taller invita a prestar una atenta mirada a los efectos de la experiencia en nuestra existencia, a evaluar en qué medida ésta es fruto tanto de nuestra responsabilidad como del azar. «Nos permite entender que somos seres en constante evolución», explica el psicoterapeuta Alain Delourme, autor de La Paz Interior, durante la vida y frente a la muerte (Enrick B. ediciones, 2022). «A menudo olvidamos que el adulto que somos también es el niño o adolescente que fuimos». De hecho, según él, el ejercicio podría adaptarse a otras etapas de la vida. Pero «la adolescencia tiene algo particularmente interesante ya que es la etapa en la que el campo de posibilidades es probablemente el más amplio», precisa el especialista. Reencontrarse con el adolescente que fuimos, es entonces «redescubrir ese campo de posibilidades. Para aquellos que están perdiendo su ímpetu vital, participar en este ejercicio es una excelente manera de revitalizarse». Para cada uno de nosotros, es de todos modos una oportunidad para mirarnos a nosotros mismos por un momento con más tolerancia, incluso con cierto cariño.
¿Qué has conservado de tus años jóvenes?
«Reconectar con nuestra juventud»
Este ejercicio introspectivo no solo nos permite reconectar con nuestro yo adolescente, sino que también nos proporciona valiosas perspectivas sobre quiénes somos hoy en día. Como dice Delourme, «el adulto que somos también es el niño o adolescente que fuimos». Al retomar contacto con nuestro yo más joven, podemos descubrir interesantes aspectos de nosotros mismos que quizás habíamos olvidado o ignorado, y que pueden ser claves para nuestra autocomprensión y crecimiento personal.
«La importancia de la auto-aceptación»
Finalmente, a través de este ejercicio, podemos aprender a mirarnos a nosotros mismos con más tolerancia y cariño. En la constante búsqueda de crecimiento y desarrollo, a veces nos volvemos demasiado críticos con nosotros mismos. Al reencontrarnos con nuestro yo adolescente, podemos recordar que todos estamos en un proceso de evolución y que está bien cometer errores y tener dudas. Como concluye Delourme, este ejercicio es una invaluable oportunidad para practicar la auto-aceptación y reconectarnos con nuestra esencia más profunda.
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